Es fundamental que enseñes a tu hijo a ser sincero desde pequeño, una de cualidades más necesarias en la sociedad actual.
Material: láminas y lápices para colorear. Objetivo: que el niño aprenda la importancia de la sinceridad con un sencillo cuento.
La persona sincera es aquella que se expresa sin doblez, sencilla, veraz, real, que no finge. Lo contrario es fingir algo que realmente no se siente, por ejemplo, decir algo para agradar a otros cuando realmente no lo sentimos.
En la primera infancia los niños suelen imaginar cosas que aceptan como ciertas y que no constituyen mentiras, sino solamente la dificultad de diferenciar entre lo percibido en la realidad y lo imaginado. Por tanto, no confundas una fantasía infantil con una mentira, no es lo mismo. Es tremendamente importante además en la formación de este valor el ejemplo del adulto.
Para conseguir que tu hijo entienda mejor la importancia de la sinceridad, cuéntale este cuento.
“Pablo el niño que siempre fingía"
Pablo es un niño muy travieso que tiene una linda gatita llamada Perla, a la cual culpa de todas sus travesuras.
-“Pablo, ¿porqué se rompió este vaso?”- le preguntó su mamá.
- “No sé, mamá”,- contestó Pablo, - “Seguro que fue Perla, la gatita, yo la vi subida en el estante donde están los vasos”.-
La mamá le respondió:
- “Pablo, si fuiste tú, dímelo, yo prefiero que seas sincero conmigo y no me engañes”
- “¡No, mamá!”,- le respondió, y se hizo de tal forma el enfadado, que su madre terminó castigando a la gata que no era la culpable, por la rotura del vaso.
Es así que lo que comenzó por encubrir un pequeño accidente, se convirtió en un gran defecto del niño, y se acostumbró a mentir, a fingir, para obtener de su madre favores y permisos. El caso es que ya no sabía actuar con sinceridad, fingía y fingía como un gran artista, para quedarse en la cama y no ir a la escuela, para que lo liberaran de alguna tarea que le diese su mamá, para cualquier cosa...
Pero… como todo en esta vida se sabe si se quiere averiguar, sucedió que un buen día un pequeño grillo que desde el marco de la ventana observaba todo lo que Pablo hacía y escuchaba la falta de sinceridad del niño, se puso tan enfadado al ver tanto engaño e hipocresía, que le contó a la madre de Pablo todo, todo lo que su hijo hacía.
La madre calló y no le dijo nada al niño, ella esperó pues sabía que muy pronto Pablo volvería a hacer de las suyas, ella ya sabía que él estaba acostumbrado a fingir.
Así las cosas, se presentó el momento de darle una lección a Pablo, resulta que un día muy tempranito la madre lo llamó para que fuera a la escuela y se lo encontró doblado como un ovillo debajo de su manta, gimiendo de dolor de estómago.
-“¿Qué te pasa, Pablo”?, - le dijo la madre incrédula
-“¡Oh, mamá! Estoy muy enfermo, me duele mucho la barriga.”-
-“Pobre hijo mío, pero hoy no me vas a engañar, no finjas más ya sé que me has estado engañando pero eso no volverá a suceder”,- y obligó a Pablo a vestirse.
-“Mamá, es verdad que yo he fingido otras veces, pero hoy es cierto que estoy enfermo.”-
-“Lo siento, hijo, hoy no me dejaré engañar, finges muy bien, creo te voy a apuntar en un curso de teatro porque tienes un futuro como actor.”-
-“No, mamita, hoy es verdad”,- decía Pablo, pero la madre escarmentada no accedió, y llevó a Pablo a la escuela, y como esa vez el niño no fingía, era sincero después de mucho tiempo, fue el maestro quien tuvo que llevarse a Pablo al hospital.
El susto fue tan grande que a partir de ese día Pablo no fingió más para salirse con la suya, y todo se lo contaba a su mamá.
Después, pregúntale a tu hijo: qué le parece la actitud de Pablo, si cree que es un niño sincero, si hace lo correcto y qué habría hecho él en el lugar de Pablo. Para terminar, podéis pintar las láminas del pequeño Pablo y su gatita Perla.
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